Fue tan solo la semana pasada cuando una caravana con miles de migrantes centroamericanos pasaron la noche aquí en Tapachula, al sur de México.
Días después, llegó un nuevo grupo con cientos de personas que se quedó en la plaza principal y las aceras cercanas. Ahora, dos caravanas más están en camino.
El hecho de que la primera de estas caravanas logró avanzar de Honduras a Guatemala y después ingresó a México ha inspirado a otros migrantes que se organizaron para viajar en grupos numerosos. Esto revierte la lógica establecida hace muchos años de la migración centroamericana a Estados Unidos: en vez de tratar de moverse sin ser detectados, algunos migrantes sacrificaron la invisibilidad por la seguridad de viajar en grupo.
“Todos quieren hacer otra caravana”, dijo Tony David Gálvez, un trabajador agrícola hondureño de 22 años, quien caminó hasta Tapachula junto a otros migrantes y se detuvo a descansar en la plaza principal.
Aunque muchos migrantes no lo saben, esta nueva manera de viajar ha generado sentimientos antiinmigrantes en Estados Unidos y ha puesto nuevos obstáculos en su camino.
A medida que se aproximan las elecciones intermedias, el presidente Donald Trump intenta motivar a los votantes republicanos a enfocarse en inmigración, un tema que animó a su base electoral durante la campaña de 2016.
Las personas que viajan en estas caravanas están conscientes de que Trump se opone a su ingreso a Estados Unidos y han escuchado sobre el despliegue militar en la frontera. Sin embargo, muchos afirman que son impulsados por una profunda fe de que cuando lleguen a la frontera, Trump se conmoverá y les abrirá las puertas. (NY Times)
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