La integración en crisis.

El reciente anuncio de Costa Rica, de retirarse parcialmente de la mesa política del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), ha puesto en evidencia que esta región del mundo no atraviesa sus mejores momentos en materia de institucionalidad y agudiza la ya débil estructura de un organismo  que hasta ahora muy pocos beneficios ha traído a los países.

Este anuncio no sorprende, porque Costa Rica desde sus inicios ha mantenido sus reservas en cuanto al vigente modelo de integración regional,  sin embargo, pone al descubierto una vez más que el SICA ha entrando en un proceso crítico de deterioro producto de la diversidad de la problemática  centroamericana, muy distinta en cada país miembro.

Honduras y su presidencia pro tempore quieren poner énfasis en el cambio climático, aunque debería enfocar esfuerzos en otras vías, pues sus habitantes viven en zozobra permanente por la creciente ola de violencia, la inseguridad el desempleo, la pobreza  y la corrupción pública, en similares condiciones aparecen Guatemala y El Salvador, los tres países del triangulo norte son los que presentan las más débiles condiciones de gobernabilidad en el istmo y conforman la región más violenta del mundo.

Una situación diametralmente diferente muestra Costa Rica en comparación a los problemas que afrontan sus vecinos,  a pesar de que sufren ciertos niveles de inseguridad, pues este es un fenómeno global,  en materia de institucionalidad político jurídica, nivel educativo  y crecimiento económico sacan una importante ventaja que les hace visualizar sus prioridades  de manera diferente al resto.

Que Costa Rica no haya recibido el apoyo que buscaba en el caso de los migrantes cubanos, lo que ellos consideran una “crisis humanitaria” es prueba de lo anterior, la razón está en que las prioridades son diferentes en países que viven  el día a día en medio de una alarmante crisis de supervivencia.

Bien se ha dicho que Centro América es una región nómada, sin rumbo, cada país toma el camino que considera es el mejor,  unos quieren ir  al norte y otros al sur y viceversa,  no parece existir el mayor interés de los gobiernos en encontrar el rumbo hacia los temas que si tienen una incidencia colectiva, no tiene esta región liderazgos fuertes y sólidos que le den vida a  propuestas de integración orientadas a encontrar el desarrollo social, político y económico de las naciones.

Lo que hoy sucede en la mesa política del SICA es lo que ya se dio con otros órganos de la integración regional como la Corte Centroamericana de Justicia, cuyo operatividad es casi nula o con el Parlamento Centroamericano (PARLACEN) conocido como un “elefante blanco” y refugio de políticos que en su mayoría carecen de liderazgo o ya van de retiro,  bajo estas condiciones, es difícil transitar en el camino de una verdadera integración.