En la cuenta
regresiva para la instalación de la Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la
Impunidad en Honduras (MACCIH), organismo dependiente de la Organización de
Estados Americanos (OEA), crece la expectativa en relación a la urgente
necesidad de fortalecer la capacidad del estado en la lucha contra este flagelo
que mucho daño social y económico le ha causado a la nación.
La firma del
convenio que da vigencia a la MACCIH coincide en tiempos con la elección de la nueva
Corte Suprema de Justicia (CSJ), un aspecto a destacar ya que serán los nuevos
magistrados y no los actuales, quienes estarán en permanente contacto con este
órgano de apoyo que entre otras funciones establece como prioritario un sistema
de justicia efectivo contra la impunidad y que sea pieza esencial del sistema
democrático.
Aunque
algunos sectores mantienen sus reservas sobre
el papel de la MACCIH en la lucha contra la corrupción, el solo hecho de tener
una misión de acompañamiento conformada por juristas internacionales de alta
credibilidad y perfil profesional, ya supone un logro importante en cuanto a
asesoría y supervisión de las instituciones encargadas de impartir justicia,
paso fundamental para una reforma total al sistema jurídico del país.
Con la MACCIH
Honduras gana un importante aliado, el país ya entro en una etapa de reforma y
normalización del sistema de justicia y ahora no se puede ni se debe volver
atrás, es una prioridad, en ese sentido será necesario el apoyo internacional a
este proceso de conformación de un sistema integral de justicia independiente y
transparente.
A partir de
la Misión de Apoyo de la OEA se inicia un proceso para el fortalecimiento de la
institucionalidad jurídica, priorizando modelos y acciones orientados a
bloquear de una vez por todas, los patrones de conducta ilícita adquiridos en
los últimas décadas y que han llevado a construir un imperio de corrupción e
impunidad que por sí solo el país no ha podido controlar ni erradicar.
Si bien la
investigación y el seguimiento a emblemáticos casos de corrupción es una tarea
vital que el país no se puede dar el lujo de pasar por alto, también es un reto
a corto plazo, construir verdaderas políticas públicas anticorrupción efectivas
y estratégicas que además de prevenir y castigar el delito, faciliten la
participación activa de la sociedad civil y organismos no gubernamentales en la
búsqueda de la transparencia y la rendición de cuentas.
Con la MACCIH
estamos ante un gran desafío, para Honduras como estado y para la OEA como
acompañante de un proceso que sin duda será largo, polémico, pero necesario, la corrupción es percibida como uno de los
grandes problemas del país y cada vez es más sensible la insatisfacción y la
demanda ciudadana, en este sentido, la
misión internacional se constituye en una importante alternativa de la que se
esperan significativos resultado.
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