Dicen que
la escuela de la vida nos enseña diariamente, esa en la que se aprende de lo vivido a través de los años, para bien o
para mal, muchas de las respuestas que buscamos solo se encuentran en las aulas
de la experiencia, allí donde las asignaturas se aprueban solo con la sabiduría
que dan los años.
En una de
esas clases personales y enriquecedoras que solo te dan los sabios, me encontré
con don Anselmo, un hombre de 68 años , con un semblante de fortaleza
envidiable, no era la primera vez que lo encontraba, por varios días lo mire sentado en el mismo lugar
del kiosco en donde disfrutaba su café y leía detenidamente el diario.
“Esta
jodida la cosa en este país” me dijo al verme y acto seguido afirmo “aquí ya no
se puede vivir”, allí empezó una agradable charla, de esas que marcan y
enseñan, que muestran el valor de una persona que a pesar de las dificultades
no arruga la cara y se muestra firme de cara al futuro aunque por ahora el
panorama este sombrío.
Me conto
que hace unos meses se quedo sin empleo,
40 años de trabajo no fueron suficientes para detener el recorte de personal,
“es que en la empresa nos mandaron a
descansar a los más viejos, algo así como le que paso en Hondutel con los
suspendidos, solo que a nosotros por lo menos nos dieron algo de dinero y con
eso pague varias deudas”.
Hace
bastante tiempo que dejo de interesarle la política, quizás por las mismas
razones que a muchos de su condición, y es que en esta actividad a unos pocos
les va bien mientras a los demás se les utiliza como trampolín, nunca trabajo
con el gobierno a pesar de haberlo intentado, será porque tampoco fue un
activista cercano a las cúpulas de los partidos.
Su esposa
es una maestra jubilada, me cuenta don Anselmo que apenas recibe una cantidad
de dinero mensual que no supera los dos salarios mínimos, una realidad muy común en un país como
Honduras en donde los niveles de pensión y jubilación son los más bajos del mundo, y en donde los adultos mayores ya no son
útiles en el plano laboral.
“Admiro
esas empresas en donde los empleados pueden estar toda una vida y son valorados
por lo que saben y por lo que representan, por la experiencia que solo se
acumula con los años, pero en la mayoría de los casos no es así, el viejo
estorba o es anticuado” que gran verdad,
basta con dar un vistazo a las ofertas de empleo, si es mayor de 50 años sus
opciones son muy limitadas.
Le pregunte
entonces como vivían el y su esposa, y como su semblante parecía el de un
hombre relajado, y amante de sus ahora largos ratos libres, “me levanto a las
4:30 de la mañana” me confió, “ y desde muy temprano le hago de taxista pero
privado, llevo y traigo niños de las escuelas y hago carreras por llamada”.
“Hombre don
Anselmo, usted me sorprende” le dije,
pues otro en su lugar sacaría su frustración con los políticos por mentirosos,
o con los comerciantes que le suben a los precios, quizás con aquellos
empresarios que se aprovechan de la necesidad laboral y no pagan lo justo pero
no, don Anselmo no es de esos.
Entendí que
no hay límites cuando hay deseos, que no
hay resentimientos cuando en el corazón hay paz y confianza, que no se abandona
la batalla cuando todavía hay fuerzas para pelear, grandes enseñanzas que solo se aprenden en la escuela de la
vida.
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