Por: Aldo Romero/Periodista y
Catedrático Universitario.
Estudiando la
política y procurando entenderla como una actividad flexible y de carácter
conciliador como forma de gobierno en las sociedades, es común encontrarse con
razonamientos controversiales que nos llevan a dudar sobre la fiabilidad de esta actividad como ciencia y el
comportamiento de quienes la explotan o se involucran en ella.
La política
latinoamericana, para ser específicos, se debate en los últimos años y de
manera permanente en esta controversia, a tal grado, que muchos sectores, en su
mayoría de corte populista, cuestionan y debaten peligrosamente sobre el futuro
de la democracia en los países calificándola como frágil, incierta y falta de
respuestas a los problemas urgentes que afectan a las sociedades.
Esta debilidad
de la institucionalidad democrática representa un problema urgente que se debe
atender, la democracia no puede sustituir a la política, en gran medida, el
éxito de esta depende de la calidad, el talento y el compromiso social de la
clase política y de su capacidad para discutir y concertar acuerdos pero
también de permitir y abrirse a los disensos y las críticas a su gestión o a su
responsabilidad.
Se trata más
que todo, de un problema relacionado directamente con la falta de educación
política, a nuestros líderes políticos les gusta gobernar pero no están
dispuestos a ser gobernados, toman decisiones pero no admiten consejo, aman el
poder pero no pueden ejercerlo con
madurez y sensatez.
La educación política
debe ser una prioridad en las sociedades democráticas, enfocada en establecer y
consolidar un proceso formativo que
promueva y enseñe técnicas para resolver problemas, de la formación de
individuos capaces de participar activa y positivamente en procesos de
administración pública, que integre esfuerzos concretos en la prevención y en
la solución de conflictos.
La educación
política prepara y capacita ciudadanos con las habilidades necesarias para la
participación y el gobierno serio, propositivo y sostenible, tiene como
fundamento el proveer a las sociedades de hombres y mujeres capacitados para
encontrar verdaderas rutas de desarrollo económico y social, y no permite la inclusión de neófitos cuyo
conocimiento de la actividad y de la problemática de los países es muy limitado.
América
Latina se enfrenta en la actualidad no solo a una grave y cada vez más aguda
crisis económica, a esta se suma la crisis política generada por políticos mal
preparados e instituciones democráticas y partidistas estructuralmente débiles,
con una ciudadanía que exige respuestas pero con muy poca información.
Una verdadera
reforma educativa debería entonces incluir la educación política como parte
vital de sus programas de estudio desde los niveles básicos al nivel superior,
esta comprobado que los principales responsables de los problemas de corrupción
y de crisis económicas y sociales que viven nuestras naciones se deben a una
clase política sin formación ciudadana, sin conciencia social y sin compromiso
de país, necesitamos educar desde ya a los políticos del futuro.
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