martes, 1 de noviembre de 2016
miércoles, 14 de septiembre de 2016
viernes, 12 de agosto de 2016
viernes, 29 de julio de 2016
miércoles, 13 de julio de 2016
martes, 28 de junio de 2016
viernes, 10 de junio de 2016
lunes, 6 de junio de 2016
miércoles, 1 de junio de 2016
Reivindicar la política
Que Honduras es un país que vive en permanente crisis no es un asunto
desconocido, la problemática es extensa; económica, social, impunidad,
corrupción y violencia son solo algunas de la amplia lista de conflictos
sociales provocados por el desgaste de la política y la poca
credibilidad de los políticos marcados en su mayoría por actitudes y
acciones que han motivado a que los ciudadanos la perciban como una
actividad corrupta e inútil.
Es preocupante el desprestigio de la clase política en el momento en
que pareciera que más se necesita, cuando hay buena política los países
prosperan y las condiciones de vida de sus habitantes mejoran,
reivindicar la política es el único camino para encontrar la ruta hacia
una democracia sólida y consolidada mediante la buena gobernanza.
Si no existe la buena política los países no funcionan, no hay
controles efectivos en las instituciones gubernamentales, el Estado
gasta más de lo que recibe, no hay respeto por el ordenamiento jurídico,
en este último caso, es común que se aprueben leyes que a fin de
cuentas los mismos políticos transgreden.
Cuando Aristóteles definió al hombre como “un animal político”,
seguramente refería que si bien ninguna sociedad puede vivir sin la
política, frente al deterioro de la misma es un deber ciudadano exigir y
participar en procesos que tengan como objetivos concretos reorientar
los valores y principios de una actividad cuya función principal es el
bienestar ciudadano.
La buena política debe estar marcada por la sensatez, el sentido
común y la responsabilidad, donde hay un sistema democrático sano la
legalidad supera a la impunidad, la base de la buena política está
fundamentada en la austeridad y la honradez en la administración de los
recursos estatales.
La mala política por su parte se manifiesta en el abuso
indiscriminado del poder p
ara beneficio propio y en detrimento del
interés general, las malas prácticas de los políticos van haciendo más
grandes y complejas las enormes barreras que impiden a los países
superar problemas urgentes.
¿Sera posible reivindicar la política? Seguramente sí,
primordialmente es importante obligar a la renovación y revitalización
de cuadros en los partidos políticos, profundizar en su democracia
interna y trabajar en un verdadero plan de reformas que hagan de la
política una actividad más dinámica y acorde con las exigencias
ciudadanas.
La política no puede estancarse por tanto tiempo en la indiferencia
con nula o escasa reacción de los políticos ante las principales
necesidades y demandas sociales, para salvar la política, hay que
comenzar reconstruyéndola desde la presión ciudadana, solo la buena
política salvará al país de la mala política.
lunes, 23 de mayo de 2016
lunes, 16 de mayo de 2016
lunes, 2 de mayo de 2016
jueves, 31 de marzo de 2016
La anciana y el presidente; una enseñanza a los funcionarios públicos
Por Aldo Romero/Periodista y catedrático universitario.
Cuenta
una historia que en tiempos de un ex presidente centroamericano, a finales de
su mandato, una humilde mujer anciana, con apenas una bolsa de papel en sus
manos llegó muy temprano a la casa de gobierno con la intensión de reunirse con
el mandatario, pese a que los guardias presidenciales le decían que era
imposible ser atendida sin previa cita, la señora permaneció en los portones
del edificio afirmando una y otra vez que no se marcharía sin antes hablar con
el presidente.
Caída la
tarde un guardia presidencial, movido a compasión le comentó al secretario
privado la curiosa situación y este a su vez, lo informó al presidente quien a
eso de las ocho de la noche accedió a recibirla por unos minutos.
“Señora,
a qué debo su vista, qué puedo hacer por usted” dijo el mandatario luego de
saludarla con voz cansada y con rostro agotado, a lo que la anciana contestó:
“nada señor presidente, no vengo a pedirle nada, simplemente recordé que usted
en los días de su campaña se sentó en el puesto donde yo vendo rosquillas, y me
dijo que nada le hacía sentir tan bien como tomarse un café con rosquillas, y
yo preparé unas especialmente para usted y aquí se las traigo”, el hombre tomó
la bolsa, de sus ojos salieron un par de lágrimas y con voz entrecortada le
dijo: “señora, muchos vienen a diario a mi oficina a pedir, a exigir, a
reclamar derechos y favores para ellos y para otros, y en todo este tiempo
usted es la única que vino a dar”.
Cierta o
no, la historia deja una enseñanza particular que debe ser tomada en cuenta por
aquellos que llegan al poder y por quienes aspiran ocupar posiciones de
privilegio en la estructura gubernamental, el servicio a la Patria y a sus
ciudadanos debe ser el principal compromiso de un servidor público al margen de
la naturaleza de su cargo, sin embargo, la generalidad de aquellos que llegaron
y de los que aspiran llegar al poder no es buscar la oportunidad de servir a
través de su puesto sino encontrar como servirse ellos y su grupo con el
puesto.
Todo
servidor público debe reflexionar y meditar en la magnitud de la
responsabilidad que implica el desempeño de su cargo, un primer paso debe ser
el identificar cómo la población puede resultar beneficiada a través de sus
funciones administrativas, operativas o gerenciales.
En
Honduras tradicionalmente los puestos de trabajo en la administración pública
se han repartido por afinidad y por favores políticos, y a pesar de que en el
año 2012 el gobierno aprobó medidas de ahorro y reducción del gasto en varias
secretarías aún se mantiene un alto número de burócratas y tecnócratas que
además de pedir, exigir y reclamar derechos y favores políticos, devengan
jugosos salarios que constituyen una afrenta a la situación económica que vive
la mayoría de la población hondureña.
Es hasta
cierto punto una irresponsabilidad gubernamental pagar salarios de 80 mil, 100
mil, 150 mil y hasta 200 mil lempiras, como pretendieron hace unos días los
comisionados de Coalianza, si tomamos en consideración que la mayor parte de
los hondureños vive con menos de un salario mínimo los obreros y con menos tres
salarios mínimos muchos profesionales capacitados en las diferentes aéreas del
conocimiento.
Ya va
llegando el momento en que el país debe contar con un reglamento de
contratación de personal para la administración pública, desde los mandos
superiores a los intermedios, que defina claramente los perfiles de cada
puesto, los conocimientos, experiencia profesional y grados académicos que el
candidato de reunir, y un manual de salarios y compensaciones que permita
adecuar y equilibrar los beneficios económicos de los funcionarios públicos con
la realidad nacional.
No
estamos en contra de que los buenos profesionales de la administración pública
ganen bien, promovemos desde este escrito que se les pague lo justo, pero así
como en la historia de la mujer anciana y el presidente, además de recibir,
exigir y beneficiarse del Estado, deben aprender a dar lo mejor de su esfuerzo,
capacidades y talento en beneficio de la nación, ese debe ser el primer
compromiso de un funcionario público.
martes, 29 de marzo de 2016
Educación Política.
Por: Aldo Romero/Periodista y
Catedrático Universitario.
Estudiando la
política y procurando entenderla como una actividad flexible y de carácter
conciliador como forma de gobierno en las sociedades, es común encontrarse con
razonamientos controversiales que nos llevan a dudar sobre la fiabilidad de esta actividad como ciencia y el
comportamiento de quienes la explotan o se involucran en ella.
La política
latinoamericana, para ser específicos, se debate en los últimos años y de
manera permanente en esta controversia, a tal grado, que muchos sectores, en su
mayoría de corte populista, cuestionan y debaten peligrosamente sobre el futuro
de la democracia en los países calificándola como frágil, incierta y falta de
respuestas a los problemas urgentes que afectan a las sociedades.
Esta debilidad
de la institucionalidad democrática representa un problema urgente que se debe
atender, la democracia no puede sustituir a la política, en gran medida, el
éxito de esta depende de la calidad, el talento y el compromiso social de la
clase política y de su capacidad para discutir y concertar acuerdos pero
también de permitir y abrirse a los disensos y las críticas a su gestión o a su
responsabilidad.
Se trata más
que todo, de un problema relacionado directamente con la falta de educación
política, a nuestros líderes políticos les gusta gobernar pero no están
dispuestos a ser gobernados, toman decisiones pero no admiten consejo, aman el
poder pero no pueden ejercerlo con
madurez y sensatez.
La educación política
debe ser una prioridad en las sociedades democráticas, enfocada en establecer y
consolidar un proceso formativo que
promueva y enseñe técnicas para resolver problemas, de la formación de
individuos capaces de participar activa y positivamente en procesos de
administración pública, que integre esfuerzos concretos en la prevención y en
la solución de conflictos.
La educación
política prepara y capacita ciudadanos con las habilidades necesarias para la
participación y el gobierno serio, propositivo y sostenible, tiene como
fundamento el proveer a las sociedades de hombres y mujeres capacitados para
encontrar verdaderas rutas de desarrollo económico y social, y no permite la inclusión de neófitos cuyo
conocimiento de la actividad y de la problemática de los países es muy limitado.
América
Latina se enfrenta en la actualidad no solo a una grave y cada vez más aguda
crisis económica, a esta se suma la crisis política generada por políticos mal
preparados e instituciones democráticas y partidistas estructuralmente débiles,
con una ciudadanía que exige respuestas pero con muy poca información.
Una verdadera
reforma educativa debería entonces incluir la educación política como parte
vital de sus programas de estudio desde los niveles básicos al nivel superior,
esta comprobado que los principales responsables de los problemas de corrupción
y de crisis económicas y sociales que viven nuestras naciones se deben a una
clase política sin formación ciudadana, sin conciencia social y sin compromiso
de país, necesitamos educar desde ya a los políticos del futuro.
martes, 22 de marzo de 2016
La agenda MACCIH
La Misión de Apoyo para el
Combate de la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH) toma fuerza y con ello crecen las
expectativas de la población en relación a por fin encontrar una verdadera
estrategia que ponga fin a un flagelo que en las últimas dos décadas creció de
manera acelerada con tal fuerza e influencia, que logro debilitar y hasta
infiltrar a los organismos de aplicación de justicia.
La MACCIH parece ser el punto de
coincidencia de los diferentes sectores políticos, económicos y de sociedad
civil, salvo muy raras y radicales excepciones, este organismo dependiente de
la Organización de Estados Americanos (OEA) cuenta con el respaldo de todo un
país que ve con buenos ojos el trabajo de acompañamiento y auditoria que se
desarrollara en un periodo inicial de cuatro años.
Si bien el vocero de la
MACCIH, el peruano Juan Jiménez Mayor, en su mensaje de presentación ante la
sociedad hondureña destaco que por ahora no existe una agenda definida o
planteada en cuanto a los casos de corrupción específicos, tranquiliza el hecho
de también enfatizar que no permitirán injerencia de ningún tipo, que las investigaciones serán aquellas que la
misión defina y que actuaran con total independencia procurando llevar los
procesos hasta el final de los mismos.
En tal sentido, la agenda de
la MACCIH está abierta, hay casos emblemáticos en la retina de la población, el
desfalco multimillonario en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS)
seguramente será de los primeros en documentarse y someter a judicialización,
también hay quienes presumen que los miembros de este organismo han mostrado
especial interés en dar seguimiento a la depuración de la Policía Nacional.
Adicionalmente, y a la par de acciones
concretas, como la reformas al sistema de justicia y las que se pretenden
aplicar a la Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas, particularmente
en lo que concierne al financiamiento de las campañas, hay una serie de casos
que trascienden administraciones gubernamentales y cuyos procesos se han
engavetado producto de fuertes presiones políticas y económicas.
No en vano, Jiménez Mayor ha
recomendado como una acción prioritaria, la creación de tribunales especializados
anticorrupción como una plataforma fundamental para la documentación,
investigación y sanción de casos emblemáticos y la obligatoriedad de la
devolución de activos adquiridos de manera ilícita, petición que se espera
encuentre eco en el seno del Poder Judicial hondureño.
Con la MACCIH en Honduras se
espera una nueva etapa de control y limpieza de ilícitos, está en juego el prestigio y la credibilidad
internacional de la OEA y su mecanismo de lucha contra la corrupción, está en juego la voluntad política mostrada
desde inicios de este proceso por parte del presidente Juan Orlando Hernández,
está en juego la institucionalidad democrática y jurídica, es hoy o nunca.
Ahora toca dejarles trabajar y
ofrecerles un total y decidido respaldo, Jiménez Mayor dijo a manera de
compromiso que, “la MACCIH apoyara a
Honduras en la lucha anticorrupción buscando construir nuevos tiempos con
integridad y honradez”, y si ellos harán su parte, nos queda a nosotros hacer
la nuestra.
Las injusticias de la justicia
Las denuncias
de irregularidades cometidas en el Consejo de la Judicatura, mismas que van
desde el tráfico de influencias y nombramientos irregulares hasta la obtención
de beneficios económicos y viajes para sus miembros, solo vienen a ratificar
una vez más que la institucionalidad jurídica del país sigue en un rápido
proceso de deterioro.
No es difícil
entender como un organismo que en teoría fue creado con la exclusiva intensión
de iniciar el proceso de depuración en el poder judicial, y de poner orden en
materia administrativa y financiera, al
final termina convirtiéndose en otro elefante blanco surgido de las propias
bases de la manipulación política para su propio beneficio.
Esta es una
historia que se repite muy a menudo en Honduras, abusos y mala administración
de los recursos del estado, nombramientos de personal por afinidad política o
de familia y no por capacidad, incrementos salariales selectivos, excesos en
viáticos y gastos de representación y muchas otras acciones administrativas
sujetas a reparo.
No fue
diferente con el Consejo de la judicatura, creado a finales del 2011 como el órgano
máximo de gobierno de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y con total independencia para iniciar un
proceso de depuración entre jueces y magistrados, pero que al final no soporto
la presión de un sistema de justicia sometido a la voluntad política y
económica.
La
administración de la Justicia en Honduras sigue en crisis, y es aquí donde está
el reto de las nuevas autoridades del Poder Judicial, el país urge de acciones
contundentes y reformas concretas que deriven en la independencia de poderes, y
en el plano jurídico con mayor razón, esta es la necesidad primaria.
Ya es tiempo
de una profunda reforma al sistema de justicia, de aplicar las medidas que
correspondan, sin importar a quien afecten, con el fin de garantizar un Poder
Judicial que actué conforme a la ley y que genere entre la sociedad niveles de
confiabilidad y credibilidad mediante actuaciones transparentes y eficientes.
El panorama
actual de la justicia en Honduras no es alentador, por el contrario, cada vez
es más visible la presión y las influencias externas que amenazan y debilitan
la estabilidad del sistema, pero más preocupante aun, es que sean los mismos
funcionarios judiciales los acusados o señalados de cometer actos reñidos con
la ley.
La falta de
verdadera justicia agudiza la crisis de la sociedad, vivimos en un país en
donde la ley favorece a ciertos grupos privilegiados pero está ausente para las
mayorías, y en donde la corrupción y la impunidad tienen su fortaleza en el
seno del mismo Poder Judicial.
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